Lobo y Melon, Serie Platino



Ciudad de México. “El amor que le tengo al son cubano se ha visto reflejado en 60 años”, decía Luis Ángel Silva, cubano que nació por accidente en la calle Naranjo, en la Santa María la Ribera de la capital mexicana.
Todos lo conocían como Melón, hombre que tenía corasón. Así, con s, porque toda su vida estaba basada en el son.
“Todo lo material que obtuve... y hasta mi amor lo conseguí por medio del son cubano, que en el diccionario se describe como un sonido agradable. Pero va más allá: es una música rítmica que se puede cantar y bailar y escuchar, pero sobre todo, gozar”.
Eso comentaba Melón: sonero mexicano internacional reconocido por varias generaciones que la madrugada del lunes 8 de Febrero del 2016, a los 85 años, se fue a otro lugar.
El corasón de Melón se detuvo, pero no su ritmo, su armonía o su finura en la interpretación, que se unirá a la de “sus ídolos”, que por cierto son los mismos con los que compartió escenario: Benny Moré, Tito Puente, Tito Rodríguez, Eddie Palmieri, Machito, Johnny Pacheco, El Gran Combo, La Sonora Ponceña, Celio González... Hasta Celia Cruz le planteó grabar algo juntos. La reina se fue antes.
Melón fue el único mexicano que por 26 semanas consecutivas, en 1978, se mantuvo en las listas del Cash box neoyorquino, termómetro del éxito en la música en Estados Unidos en aquel tiempo.
Amalia Batista, Pelotero la bola, Juancito Trucupey, Niebla del riachuelo y Cosas del alma, La sitiera... piezas de un grueso archivo de más de 30 discos que representan a un son muy mexicano que se erigía como la crónicas de la gran capital de aquellos años.
En 1958 Luis Ángel formó junto con Carlos Daniel Navarro la agrupación Lobo y Melón, combo que creó el estilo scat-chua-chua (sustitución de los instrumentos musicales por sonidos vocales), mezcla rara de bebop, jazz y son cubano. Su educada voz y amor al canto lo hicieron único.
Lobo y Melón era un binomio, más bien un sexteto que a lo largo de 13 años popularizó temas ahora considerados clásicos. acompañados por Mauro Enrique Gallina Chávez (piano), Manuel Perrote Osorio (trompeta), Andrés Mucha Trampa López (bajo) y Mario Cholito González (timbal) con variaciones en la alineación,  incluyendo a Ángel El Cucarachito Martínez, Crescencio El Pajarito Guzmán y Luis Ortega.
“Se acabó la historia”
“Se acabó la historia, me retiro. Me voy porque no quiero que me vayan. No quiero que el público diga que ya no puedo. Prefiero adelantarme a eso”, comentaba Melón en 2009 cuando se le celebraban sus 60 años de emitir sonidos armoniosos con mucho sabor.
Melón nació para cantar, según comentó al periodista Jaime Whaley en La Jornada, donde también era columnista desde hace muchos años, especializado, obvio, en los géneros afroantillanos.
Melón, apodado así por el conguero Fufú, nació para cantar. Pero el hijo de un peluquero hizo vida como todo capitalino de barrio popular: jugó futbol y hasta trabajó en una fábrica de clavos antes de entrar al ambiente sonero, que en los años 50 y 60 bullía para todos.
Contaba que una vez estaba en la vecindad de su abuela, escuchó por primera vez un son cubano. Tenía cinco años y no tenía noción de lo que era. Pero confesaba que el sonido lo impactó tanto que supo que era su vida.
En el Macao, en la esquina de Bolívar y Mesones, en el Centro, fue donde empezó su camino.
Melón perteneció a grupos como Los diablos del trópico, conjunto del cubano Juan Bruno Tarraza; las orquestas de Chucho Rodríguez y de Ray Montoya. También hizo coros en algunas grabaciones del sello RCA Víctor, hasta que Carlos Castillo, empleado de la casa grabadora, pasó por la calle de Humboldt y “escuchó un armónico y pegajoso sonido que brotaba del inmueble marcado con el número 8, antro donde Lobo y Melón ya atraían a la parroquia bailadora”.
Llegó el tiempo de plasmar la voz en los surcos del acetato. Se cuenta que para su primer disco faltaba un tema para completar la docena: Amalia Batista, basado en una opereta cubana, fue metido casi con calzador para hacerle compañía a otros que igual hablan de personajes y que con el tiempo se tornaron clásicos.
Melón también decía que la fama y la fortuna acompañaron a la edición de discos, de los que un millón llegaron a venderse, hecho que le hizo girar en Estados Unidos. Los oyentes, hispanos y anglosajones por igual, colmaron los clubes nocturnos y los grandes escenarios como el Palladium de Los Ángeles.
El músico capitalino relataba que Tarraza formó un conjunto que en verdad honraba el calificativo de estrellas. La alineación incluía a Alejandro Cardona, en las trompetas; Caramelo y Lucas; Pedro Zamora Peregrino, pariente de la gran Toña La Negra, estaba en el bongó; su hermano Toño en las congas; Humberto Cané en el bajo y Rafael Mora El Morro, en la guitarra.
Una diferencia con la que muchos consideraban un “cacique” en el gremio de los músicos, Venus Rey, le cerró las puertas para trabajar en México y tuvo que emigrar al norte.
En Nueva York, sin dinero, pero con amigos, Melón alternó con grandes como los hermanos Palmieri (Charlie y Eddie ); con Johnny Pacheco, integrante de los mundialmente famosos Fania All Stars y con ellos grabó un par de discos, uno de los cuales llegó a estar 26 semanas consecutivas en el primer lugar de la lista de popularidad neoyorquina .
Tras la separación del dueto, Melón mantuvo su éxito en solitario y en 1986 grabó con Fania Llegó Melón, que incluyó una composición de Agustín Lara y el cual forma parte de los 30 materiales de larga duración que forjó en su larga trayectoria.
Melón escribía: “El Día de Muertos me hizo recordar a muchos amigos y compañeros, los más recientes Celio González y Beto Ávila a quienes conocí en Veracruz... Con Agustín Lara coincidimos en un baile en el viejo Parque España de Veracruz. Compartimos tarima con la Sonora Veracruz de Toño Barcelata. Al final se hizo una descarga sensacional, cantando por primera vez Celia con Lobo y Melón. Las visitas de Celio a donde actuábamos se hicieron familiares y culminaron con una comida que nos hizo en Nueva York cuando volvió a integrarse con la Sonora Matancera. Volvimos a vernos en el escenario del Palladium de la Gran Manzana con Eddie Palmieri y la Perfecta, quienes completaron el cartel...”
Ese era Melón, el gran sonero de México. 


Ciudad de México. Lo escuché en discos por primera vez en 1958. Luego, en varias presentaciones en los principales teatros, cabarets, salones de baile y centros de diversión de la ciudad.
Formaba parte del conjunto Lobo y Melón, que a fines de los años 50 del siglo pasado llenó de música al país con grabaciones inolvidables, como Amalia Batista, Niebla del Riachuelo, Que se pare la bola, La sitiera. Pero años antes, Melón se había dado el gusto de echar un palomazo con Beny Moré y hacer parte del coro de la RCA Víctor en tiempos del inigualable Mariano Rivera Conde.
Disuelto el conjunto que hizo época, Melón se vio obligado a residir durante varios años en Estados Unidos por obra y gracia del cacique sindical Venus Rey, que le cerró toda posibilidad de trabajar en México. En su exilio forzoso, pero enriquecedor, se dio el lujo de hacer parte de conjuntos musicales de prestigio, alternar con Tito Puente y grabar, entre otros, un LP con Jhonny Pacheco y su orquesta en 1983. Su fama llegaba ya a los países del Caribe, a Venezuela y Colombia, donde se le tiene además como uno de los máximos conocedores de la música afrocubana, de sus raíces y formas de expresión.
No pocos que suelen presumir de “expertos” de esa expresión artística fueron desenmascarados por Melón, lo que le causó enemistades. Es que era un muro al defender la verdad. Sí, era intolerante con los que decían saber y no sabían. Pero desbordaba generosidad en compartir sus conocimientos, su experiencia. Fue gracias a él que otra gloria olvidada de la música mexicana, Julio del Razo, ultimo bongosero de la orquesta de Pérez Prado, recibió a sus 90 años reconocimiento a su carrera.
Hoy revelo un deseo y un privilegio que Melón deseó por muchos años: grabar con Celia Cruz. En 1992 se lo hice saber a ella y aceptó hacerlo en una de sus visitas a México. Para mi sorpresa, la guarachera no me dijo que le encantaría fueran dos melodías que consideraba únicas en las voces de Lobo y Melón: Niebla del Riachuelo y La Sitiera. Nunca quise darle la noticia a mi amigo para no crearle falsas expectativas, dada la agenda tan apretada de Celia. La enfermedad de la más grande cantante cubana impidió hacer realidad ese sueño.
Melón tenía una memoria incomparable. Gracias a ella y a escribir con sabrosura y sencillez, los lectores de La Jornada y, antes otros diarios, y en su texto para el reciente libro Vivir la noche, nos ofreció y acercó a una visión muy exacta de la música tropical que distinguió a México en el mundo a partir de los años 50 del siglo pasado: Compositores, orquestas, cantantes y ejecutantes nacionales y del Caribe o Estados Unidos. De Beny Moré y Pérez Prado, a Luis Arcaraz, Fernando Fernandez, María Luisa Landín, Toña La Negra, Memo Salamanca, Rafael de Paz, María Victoria, Yeyo, Chucho Rodríguez, Acerina.
Por último: el mundo de la cultura oficial fue pichicato, injusto con el gran cantante y cronista de la cultura popular: le negó alguno de los apoyos que el gobierno con nuestros impuestos entrega desde hace décadas a los creadores. No pocos adjudicados por amiguismo, no por méritos. Ojalá esa omisión se enmiende, aunque tarde, editando un compendio de sus escritos.
En contraste con ese olvido, agradezco públicamente la generosa y sabía ayuda que desde hace años le brindaron a Melón el doctor Jorge Kasep Baena y el benemérito Instituto Nacional de Nutrición.

Lobo y Melon, Disco 1
01. Amalia Batista
02. Azucar pa un amrga'o
03. Blen blen blen
04. 4 Velas
05. cha cha cha de paris
06. de Lobo y Melon a Cuba
07. El Molestoso
08. Guaguanco en Mexico
09. Quiquiriqui
10. La Pena de Nemo
11. La Sitiera
12. Niebla del Riachuelo
13. Pastelito
14. Que pasa en el congo?
15. Que será mi china

Lobo y Melon, Disco 2
01. Botecito de vela
02. Campesino
03. Coge pa' la cola
04. Con el pio pio
05. Cosas del alma
06. Culpable
07. Cumaco de San Juan
08. Chilindron de chivo
09. Domitila
10. El caballo blanco
11. El Cuchipe
12. El hijo de mi tia
13. El Pastorcillo
14. En un pequeño Bungalow
15. Juncito Trucupey

Lobo y Melón, Disco 3
01. Abre Andresito
02. Africa
03. Askarakatiski
04. Barlovento
05. Borinqueña
06. Cachita
07. Comparsa Lobo y Melon
08. Dice mi gallo
09. Dispensame
10. La bola
11. Luna lunera
12. Margarito
13. No hay negocio
14. Por seguir tus huellas
15. Rubeada en Pueblo Nuevo


Comentarios

  1. Luis Ángel Silva “Melón”, recuerdo que yo comenzaba mi trabajo de músico, 1972, tocando rock. Una noche de descanso varios amigos nos pusimos a escuchar música afroantillana, y, entre esos discos estaba uno de Lobo y Melón. Primero me impacto el que no usaran metals sino voces y lo que más me impresionó fue la voz de Melon. Cuando escuché los discos grabados con Pacheco –Llegó Melón y Flying High- decidí que mi camino debía ser el del Son. Ahora ya no trabajo, en mi país la cultura (o poca cultura) que impera entre mis paisanos exige que los músicos sean jovenes. Pero el recuerdo de la voz y sobre todo su forma de “sonear” siguen presentes en mis oídos. Adios Maestro, y, si hay vida después de la vida, al menos permiteme ser parte del coro. Como olvidar sus versiones a Veracruz, Toríbio Carambola, Niebla del Riachuelo, Preso, No te olvido, La Sitiera, Quiero llegar a Puerto Rico, Amalia Batista o mi favorite Solo Estoy.

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  2. Se le olvidó Lobo que no se puede hablar de los logros como si él los hubiera realizado, las cosas como son y Melón sin Lobo no es lo mismo como Lobo sin Melón. Todo tiene su razón.

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  3. Que Rico.
    Parabéns,Fico muito Feliz pelo seu Blog ele esta muito bom.
    aproveito a oportunidade para convidar seu público para conhecer o novo Blog de salsa: http://salsaemsalvador.blogspot.com.br/

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  4. muy agradecida por el aporte musical

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